lunes, 29 de julio de 2013

La isla de los cinco faros. Ilumina tu comunicación...

Más luz sobre la comunicación.

Una de mis grandes pasiones, o de mi grandes vicios, es perderme entre las estanterías de las librerías, tratando de decidir qué libro me llevo a casa de los muchísimos que llaman mi atención.

Como no podía ser de otra manera La isla de los 5 faros prácticamente saltó a mis manos sin saber que podía contener. El título me cautivó y el subtitulo me hizo sonreír pues iba a ser muy difícil que ese libro volviera a la estantería de donde lo saqué: " Cómo mejorar nuestra comunicación y hacerla más memorable"....

Soy muy intuitiva con los libros y prefiero no tener demasiados datos sobre ellos antes de sentarme a leerlos, así que cuando pagué con mi billete de diez euros, lo único que sabía era que me llevaba un libro pequeñito ( 119 páginas con un tamaño de letra bastante grande, pude comprobar después) que versaba sobre comunicación y que se inspiraba en los faros, y que, por lo tanto.... ¡ Iba a leerlo enseguida!

Nunca me cansaré de repetir lo fundamental que es la comunicación. Todo es comunicación, nada funcionaría sin ella, no hay vida sin comunicación. Nuestras células se comunican entre sí, todo nuestro organismo está comunicado para que podamos existir, y si hay fallos en esa comunicación enfermamos e incluso llegamos a  morir.

No hay relaciones humanas sin comunicación, y el éxito o fracaso de ellas depende en gran parte de que esta sea eficaz. 

Es por ello que aprender las bases de la comunicación efectiva no debe estar reservado a docentes y oradores. Todos tenemos la necesidad de comunicarnos bien, de que nuestro mensaje conecte con el interlocutor, sea quién sea nuestra audiencia.

Otra idea que me parece muy interesante es que las grandes verdades, por lo general, son conceptos muy sencillos, esenciales.... No necesitamos demasiado esfuerzo mental para aceptarlos porque de alguna manera sentimos que ya estaban en el fondo de nosotros, o que podemos relacionarlos enseguida con cualquier situación cotidiana.

Y en eso consiste este libro, en mostrarnos las 5 claves que harán de nuestra comunicación algo memorable, único, eficaz...

Este pequeño libro se divide en dos partes.

 En la primera nos encontramos con la historia de un conferenciante, que hace un viaje a su Menorca natal tratando de encontrar inspiración, a la luz de los faros, para mejorar su comunicación.

El autor transmite con sencillez el proceso mental que le lleva a esas conclusiones, tan sencillas como esenciales, sobre el proceso de comunicación.
 Y para mi es el primer tesoro de este libro. No es habitual que se nos muestren los procesos de pensamiento, cómo una idea toma forma en una mente diferente a la nuestra, llegando a una conclusión que aceptamos sin discusiones, y que incorporaremos a nuestras propias creencias de forma " memorable" ( es decir que permanecerá grabada en nuestra memoria) debido, no sólo a que lo reconocemos como cierto, sino que además hemos sido testigos de cómo se ha llegado a esa conclusión.

En su viaje por los 5 faros más importantes de la isla va desgranando esas 5 claves, de modo muy sencillo, muy sereno, muy ameno...
De forma imperceptible en su lectura, aunque queda de manifiesto de manera rotunda si decides analizarlo, el autor va construyendo esta historia aplicando estas cinco claves de forma magistral.

En el anexo, ya en forma de ensayo ( pero continuando con la dinámica general del libro y lo que propugna, con un lenguaje sencillísimo y ameno) el autor desarrolla estas claves en un minitratado sobre la comunicación.

Antes de escribir este post dudaba si desvelar esas claves y escribir sobre ellas o no. He decidido no hacerlo. Estamos en verano y no se me ocurre mejor momento para recomendar que vayáis a vuestra librería,  os hagáis con un ejemplar de este libro y lo disfuteis.

Es bonito, sencillo, resulta útil para todos y especialmente para aquellos,  que tienen en la comunicación la herramienta principal de su profesión.
 Y como guinda, es un homenaje a los pharos....

Mi intuición me llevó a buen puerto una vez más...

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jueves, 18 de julio de 2013

Continúa imaginando

Imagine,imagine,imagine...

En 1971 se publicó la canción de John Lennon, Imagine.
 Desde entonces esos 3:01 minutos han sido escuchados millones de veces, convertidos en himno de las más diversas organizaciones, utilizados en campañas de marketing, discutidos, aplaudidos....

Para Lennon la canción perfecta no necesitaba de melodía, la canción perfecta, decía, era sólo una poesía.

Imagine es mucho más que eso. Imagine es la voz de la inocencia. 
Si echamos la vista atrás y nos posicionamos en nuestra infancia, o si tenemos cerca niños a los que observar, descubriremos que todos compartimos una vez ese canto. Antes de  que nos enseñaran que el mundo tenía que funcionar en base a las diferencias,  que yo soy mejor que tú,  que mi sentido de Dios es el correcto y el tuyo el equivocado, antes de que entrara en nosotros el germen del miedo a no cumplir con lo que nuestro grupo de pertenencia espera de nosotros.
Cuando sólo importaba vivir el momento, y la separación por países, razas y condiciones, sólo eran conceptos abstractos que nada tenían que ver con nosotros. Cuando todos eramos hermanos..
.
Lennon nos pide que imaginemos un mundo así. Opino que ni siquiera tenemos que imaginarlo, pertenece a nuestra infancia y a la de nuestros hijos, sólo tenemos que volver a él.

El pharo ha encendido hoy su transistor , ha sintonizado esta canción y la siente suya, porque desde su mirador, no distingue las banderas de los barcos que alumbra. Sólo sabe que los ocupan hombres en busca de su destino, en un mar que todo lo unifica, que a todos acoge.
Dejo un enlace para que podáis volverla a disfrutar.
Nunca, nunca dejéis de recordar que otro mundo es posible...
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domingo, 14 de julio de 2013

La pregunta es...¿ Quién eres tú?


¿ Quién eres tú ?


Todos, en algún momento de nuestras vidas, nos sentimos perdidos.
 Naufragamos en los roles de nuestra existencia preguntándonos por un instante...
- ¿ Quién soy yo ? ¿ una madre amorosa? ¿una artista dormida? ¿una esposa feliz? ¿ la hija que nunca será perfecta? ¿ la amiga del alma?....

Y sentimos que sólo podemos ser una, porque la identidad es unidad...
 Entramos así en un diálogo interno entre nuestros roles argumentándonos  la solución a la gran pregunta:



     Se abre el telón, sobre el escenario la pantalla de tu mente. En el patio de  butacas tú, quien quiera que seas, y alguien que, sentado en otra butaca, te resulta familiar, pero al que no puedes identificar en la oscuridad de la sala.
Alguien entra en escena:

LA MADRE.- Ni te lo pienses...¿ Has sido en algún momento capaz de cuestionar que ser madre tiene que ser lo único importante de tu vida?. ¡Debería darte vergüenza!

Hace su aparición la artista que contempla a la madre con cierto aire de superioridad.

LA ARTISTA.- ¿ Pero cómo puedes decir eso?. (Volviéndose hacia ti?)
- No escuches, por supuesto que eres madre, pero eres más que eso, eres especial, nena, eres una artista...

El señor de la butaca se regodea, es tu EGO...
Entra en escena una niña insegura atrapada en tu propio cuerpo.

LA HIJA.- Si le hubieras hecho caso a tu padre... Ya te decía él que no llegarías a nada en la vida, y tú aquí, siempre pensando en las musarañas, buscándote a ti misma....Anda qué....

Aparece la esposa por el escenario, va cabizbaja

LA ESPOSA.- ¿No te das cuenta que ahora esta eres tú? Es tu posición en el mundo, no existes sino en el nosotros. ¿ No puedes ser una esposa cómo Dios manda?

Cuando estás a punto de perder la cabeza, el silencio se rompe con una sinfonía de voces que te gritan:

LOS AMIGOS.- ¡ No te preocupes, eres especial, te queremos!

Baja el telón y maldices el momento en que te preguntaste quién eras tú.
El EGO aplaude el éxito de la función


 Porque esa es la lucha interna con nuestro EGO, la lucha entre quienes somos y quienes creemos que tenemos que ser.

Y entonces, cuando menos te lo esperas, una luz se enciende en tu interior. Por unos breves segundos te muestra su identidad, TU IDENTIDAD.
Es el Observador, el que les observa desde afuera, aunque esté dentro; el que amplía el campo de visión hasta revelar, que el presunto caos, sólo es armonía; el que sabe que así es porque así ha de ser; el que muestra el engranaje perfecto, del reloj de una vida, que sólo avanza cuando todas las pequeñas piezas están sincronizadas.
Ese reloj al que para que siga adelante hay que darle cuerda. Así, a intervalos, transitamos nuestro camino personal, a trompicones.
Nos pegamos largos tiempos vagando por el camino equivocado hasta que, en un momento dado, sentimos encajar la pieza encontrada. Sabemos en lo más profundo de nuestro ser:
- Así sí.
Y variamos el rumbo volviendo a encaminarnos por nuestro sendero personal.... Pero en cualquier momento perdemos de vista el norte, nos entretenemos con las luces que señalan los caminos de otros que nos seducen con promesas de falsa felicidad.
 Lo sabemos porque al transitar por ellos nos sentimos incómodos, como dentro de un traje que no fue diseñado para nosotros, y volvemos a esperar el desvío a nuestro propio camino, que parece confuso y casi olvidado.

Y el Observador, desde el mismo centro, desde el vértice superior de la pirámide, nos observa con sonrisa paterna. Es el padre que confía en los recursos de su hijo para alcanzar su propósito, el que sólo intervendrá cuando este se encuentre verdaderamente perdido.

Ese Observador que no sufre por los aparentes contrasentidos de una vida, y que aplaude cada acto de valentía para encontrarnos con nosotros mismos.
Hace girar el caleidoscopio de tu identidad. Ve a la madre llenándose del amor de su hijo, disfrutando de la complicidad de su esposo. Contempla a la niña, que a pesar de todo, se sabe amada por su padre y que desarrolla con pasión su creatividad sinténdose arropada por sus amigos.
Todas esas imagines danzando al son del propósito de su vida. 
Una vida hecha viñeta, ante el único ojo que habita en la cúspide del pharo de nuestra vida.

Rosa Ruiz

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